lunes, 24 de enero de 2011

El día más terrible

El peor día del año para el estado de ánimo. Hasta eso se puede calcular de forma matemática. Que si, que si, lo que yo te diga. Si ya existe una prueba del embarazo que además te dice de cuántas semanas estás, si con solo mirar una aplicación en tu móvil eres capaz de saber en qué calle y ciudad se encuentra tu novio y si gracias a la tecnología facebook ya no se te pasa ni un solo cumpleaños por alto...¿por qué nos sorprendemos que el doctor Cliff Arnalls, profesor de la Universidad de Cardiff haya dado con la piedra filosofal y tenga en su poder una fórmula mágica para poder calcular las peores 24 horas del año en curso? O dicho de otra manera, el peor día del 2011. Pues resulta que va a ser hoy. Y aquí estoy intentando tomar el pulso a la rabiosa (nunca mejor dicho) actualidad para comprobar de primera mano si es cierto que hoy se han alineado todos los astros para que la gente esté de peor humor, menos sonriente, más quisquilloso, y menos receptivo. De entrada lo que he podido constatar es que en el transcurso de la primera parte del día, la vida tampoco ha cambiado tanto. La gente con la que te cruzas habitualmente en nuestros quehaceres cotidianos siguen con la misma expresión que fluctúa entre el pensamiento "es lunes" o "hace frío" o "llego tarde". Tampoco es que sean la alegría de la huerta. Y eso que yo sonrío por defecto. A veces tengo la sensación de ir contracorriente. Ellos (los demás) o no saben sonreír, o lo guardan para los domingos. Alguien exclamará, tal vez no tengan motivos para hacerlo o sencillamente no van demostrando sus mejores sentimientos así porque sí. También es verdad. Bueno, el caso es que éste señor a conseguido la atención internacional sobre su sorprendente descubrimiento. Y ¿cómo lo ha hecho? os preguntaréis. Pues nada más sencillo. Ha conjugado letras y números hasta crear ésta fórmula y valores:
1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA. Tranquilos que todo tiene una sencilla explicación. Cada letra tiene un significado coherente. La C mayúscula el cambio climático, la minúscula, las deudas, la T el tiempo transcurrido desde navidad, la I , el intento fallido de dejar un mal hábito, y para que no todo sea negro oscuro, ha añadido la M de motivación y la Na, o lo que es lo mismo: la necesidad de actuar. Y con todos éstos factores reconocibles el muy espabilado ha podido calcular que todo apunta que hoy es el día H. De Horror. Pues que quieren que les diga. Yo veo que el lunes ya de entrada me pone de mal humor, como a casi todo el mundo ¡qué descubrimiento!. El hecho de estar casi a final de mes tampoco es que me ayude a estar contenta. Mi cuenta del banco me dice: insert coin! He visto unos zapatos preciosos y me tendrán que esperar tristes en su estante a que llegue la nómina.


Hablando de cobrar. Eso si es que me queda algo de la paga, porque efectivamente, a pesar de todo, un año más me he pasao con los regalos, el teléfono móvil y las salidas. Tranquila el mes de febrero es más corto. Pues no oigan, se me hace eterno. Y eso que creo que estoy bien motivada. De hecho más de lo que esperaba. Pero escuchando los datos arrojados por los gobiernos, el estatal y el autonómico, de la marcha hacia una supuesta recuperación económica, me ha inyectado buen rollito. Como un chute de botox, pero de ilusión. Qué tonta. ¡Me conformo con tan poco! Como siempre, poco necesito yo para pasar a la acción. Y he me aquí mirando a los ojos a la cajera del supermercado, la dependienta de la panadería, de la profesora de mi hija, del chico de la gasolinera, del vecino de enfrente, para intentar descubrir si están peor que otro lunes cualquiera. No. Todo está quieto y tranquilo. La única, o casi, que sonríe en el barrio soy yo. Pues será verdad que hoy es un día horrible. Pero no más ni menos que el último horrible lunes de cada mes. Pero hasta para eso existe solución. Vivir toda las semana con la ilusión de descubrir nuestra propia formula. La que te indica que estás vivo y que debes continuar hacia adelante y dejar las penas personales a punto de meter en la lavadora, que el Ariel puede con todo. Yo lo hago así. Y, créanme, funciona. Aunque no se crean. Iré a por los zapatos. Me cueste lo que me cueste.

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